Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, una de sus principales promesas de campaña ha sido la eliminación del Departamento de Educación. Y aunque no puede cerrarlo por sí solo, sí puede asfixiarlo a través de recortes de financiamiento y nómina. Lo que preocupa es que los más afectados por estos recortes serán los estudiantes más vulnerables, tanto aquellos con discapacidades como los que pertenecen a familias económicamente desfavorecidas.
Según la orden ejecutiva firmada por Trump, el Departamento de Educación comenzará a ser desmantelado, y la nueva secretaria del ramo, Linda McMahon, será la encargada de proceder los recortes. Aunque el presidente ha insinuado que planea llevar su cruzada contra el organismo hasta el Congreso, la realidad es que no cuenta con los votos suficientes para cerrarlo completamente. Sin embargo, sí puede reducir significativamente su tamaño y funciones.
La decisión de Trump de cerrar el Departamento de Educación ha generado preocupación entre los trabajadores del organismo y extrabajadores, ya que se han despedido a más de la mitad de la plantilla y se han ofrecido incentivos para que otros renuncien voluntariamente. Además, la reducción de fondos y nómina afectará directamente a programas fundamentales como el Título l, que ayuda a estudiantes en situación de pobreza o desventaja económica, y el IDEA, que atiende a alumnos con discapacidades.
Sin embargo, la promesa de cerrar el Departamento de Educación no solo afecta a los estudiantes más vulnerables, sino que también tiene graves consecuencias para el sistema de educación pública en general. Este organismo fue creado con el objetivo de garantizar la igualdad educativa y el acceso a una educación de calidad para todos los niños. Con su desaparición, se corre el riesgo de que los estados no puedan mantener programas esenciales y de que la educación deje de ser un derecho al alcance de todos.
Pero lo más preocupante de todo es que el cierre del Departamento de Educación forma parte de una guerra cultural que Trump está librando en las instituciones. Además de su promesa de eliminar el Departamento, también ha manifestado su intención de recortar fondos a las escuelas que promuevan la teoría crítica de la raza o que aborden temas de género y sexualidad en su currículum. Por el contrario, se compromete a garantizar la libertad para orar en las escuelas y leer la Biblia, lo que pone en riesgo la neutralidad religiosa en la educación pública.
Es importante recordar que el Departamento de Educación no solo administra fondos federales, sino que también se encarga de supervisar que se respeten los derechos civiles en el sistema educativo. La reducción de su tamaño y funciones pone en riesgo la protección de los derechos de los estudiantes, especialmente de aquellos que pertenecen a grupos minoritarios o marginados.
Por todo esto, es necesario que como sociedad nos unamos para defender la importancia del Departamento de Educación y su papel en la garantía de una educación de calidad para todos los niños. No podemos permitir que la educación se convierta en un privilegio para unos pocos, y debemos exigir que se respeten los derechos de todos los estudiantes, independientemente de su origen o condición.
En lugar de recortar fondos y desmantelar el Departamento de Educación, debemos trabajar juntos para fortalecer y mejorar nuestro sistema educativo. Esto incluye la inversión en programas que apoyen a los estudiantes más vulnerables, la promoción de una educación inclusiva y el respeto de la diversidad y los derechos civiles en las escuelas.
Esperemos que las autoridades reflexionen sobre el sorpresa de sus decisiones y tomen medidas para matricular el futuro de nuestros niños y jóvenes.