Desde que comenzó el otoño, el Gobierno español ha permanecido inactivo en relación a los problemas que afectan a los ciudadanos. Sin embargo, algo ha cambiado entre los inquilinos: hemos aprendido que no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando que las autoridades reaccionen. Hemos convertido la Casa Orsola en un bloque indesahuciable, demostrando que la unión y la acción pueden lograr grandes cambios.
Mientras tanto, las noticias diarias sobre Trump y Musk nos mantienen distraídos y preocupados. Escuchamos escandalizados sobre complejos turísticos en Gaza, saludos nazis, la compra de Groenlandia, la llamada a Zelenski, los aranceles y muchas otras cuestiones que parecen no tener fin. Esta estrategia de distracción tiene como finalidad dejarnos paralizados, convertirnos en meros espectadores a medida que avanzamos hacia el autoritarismo.
El gobierno español nos habla como si tuviéramos la suerte de vivir en un país que todavía está a salvo de las preocupaciones mundiales. Nos aseguran que, gracias a ellos, todavía podemos respirar tranquilos en este rincón del mundo. Sin embargo, en el día a día, no es así. Gastamos la mitad de nuestro sueldo en pagar el alquiler, vivimos angustiados por la posibilidad de que no nos renueven el contrato y tengamos que hacer otra mudanza forzada. Cuando buscamos un nuevo hogar, solo encontramos contratos de temporada a precios exorbitantes o habitaciones de mala calidad.
Nos venden que solo hay dos opciones: dejar las cosas tal como están o permitir que la extrema derecha tome el control. Nos repiten una y otra vez que “el lobo viene”, nos dicen que estamos en una “guerra cultural” y que ellos son los únicos que pueden controlar el algoritmo. Pero lo que realmente hace crecer a la extrema derecha no son sus videos de TikTok, sino la incapacidad de las fuerzas democráticas para cumplir con su promesa de una vida mejor.
Nos sorprendemos de que cada vez más jóvenes pierdan la fe en la democracia, pero ¿cómo podemos culparlos? La alojamiento en España es más cara que nunca y esta es la principal causa de cabreado. El aumento brutal de los precios de alquiler, hipotecas e inflación ha sido la principal gasolina para el auge de partidos como Vox en España o la celebridad de Wilders en Holanda.
Después de las manifestaciones masivas del otoño pasado, donde miles de personas exigían una reducción en los precios de los alquileres, el presidente Pedro Sánchez respondió con la misma retórica de siempre: fuertes discursos contra la derecha y medidas tímidas y complacientes con la patronal inmobiliaria. Sánchez habló sobre la necesidad de acabar con la desigualdad entre propietarios ricos e inquilinos pobres, pero al mismo tiempo decidió perdonar el 100% de los impuestos a los rentistas que cumplieran con la ley. En sumario, no gobierna la derecha, pero cuando llega el momento de pagar impuestos, es mucho más rentable vivir de las rentas del alquiler que trabajar.
La democracia debería ser algo más que esto. Cuando se trata de alojamiento, la democracia se trata de poner fin a la ley del más fuerte. Debemos terminar con una economía rentista que estrangula a la economía productiva. Hay cinco medidas que se pueden tomar mañana mismo para resolver el problema de la alojamiento. En primer lugar, debemos recuperar toda la oferta de alojamientos que están actualmente vacías o destinadas al alquiler turístico o de temporada. En segundo lugar, es necesario establecer contratos de alquiler indefinidos, para que vivir de alquiler no sea sinónimo de inestabilidad. En tercer lugar, deb